Dormir es fundamental para nuestra salud, tanto como una buena dieta o la práctica de ejercicio físico. Un
sueño reparador no sólo
mejora nuestra
capacidad de aprender, concentrarnos y ser más productivos, sino que además afecta
nuestro humor, el peso y los niveles de energía. Por ejemplo, una noche sin dormir reduce nuestra capacidad de asimilar conocimientos nuevos al día siguiente en un 40%.
De media un joven tendría que dormir un mínimo de 9 horas durante la época de crecimiento adolescente. Esto es debido al mayor gasto energético que se da en esta etapa de la vida respecto a otros momentos vitales.
Algunos cambios en nuestros hábitos pueden favorecer y
mejorar la calidad del sueño:
- Mantener un patrón de sueño regular, yendo a la cama y levantándonos a la misma hora.
- Hacer una cena ligera y no demasiado tarde.
- Hacer alguna actividad relajante antes de ir a la cama como ducharse o escuchar música relajante.
- Tomar un vaso de leche o una infusión caliente.
- Que la habitación esté a oscuras, en silencio y con una ventilación y temperatura adecuadas.
- Realizar ejercicio físico regularmente pero no muy tarde por la noche (como mínimo 3 horas antes de ir a la cama).
- No hacer siestas de más de 30 minutos.
- No consumir cafeína, alcohol y drogas por la noche.
- No mirar la TV, utilizar el ordenador o escuchar la radio en la cama.